Esta web usa cookies para mejorar tu experiencia de usuario. Si continúas entendemos que das tu consentimiento. Leer más.

afecto

Ya lo dijeron Wallon, Gesel y Piaget. El juguete contribuye enormemente al desarrollo psicosocial del niño, ya que les permitirá analizar cualitativamente el mundo exterior, el cual influirá sobre su personalidad.

Juegos y personalidad

Juguetes y personalidad

Por su parte, psicólogos como Klein, Freud y Erikson son de la opinión de que los juegos ayudan a comunicar los temores de los niños, controlan su ansiedad y permiten a los padres conocer más a fondo la personalidad de los menores.

En lo que coinciden ambos grupos es en que los juguetes, siempre y cuando sean bien elegidos, pueden contribuir sustancialmente a desarrollar la sensibilidad, creatividad e inteligencia de los más chicos.

Asimismo, le permite desarrollar sus capacidades psicomotoras, de coordinación y entrar más en contacto con el mundo a su alrededor. Leer el resto de este artículo ⇒

Un juguete puede reforzar enormemente el vínculo afectivo entre padres e hijos. Cabe resaltar que la demostración de cariño durante los primeros años del menor es vital, para un adecuado desarrollo de la personalidad.

Desarrollo afectivo con juguetes

Desarrollo afectivo infantil

Regalar un juguete resulta un excelente detalle para colocar una sonrisa en la cara de nuestros hijos. Pero no es suficiente. No basta con dejar un juguete e irnos, porque, de encontrarse el niño en una situación conflictiva, intentará exteriorizar sus sentimientos a través del objeto. Es así que vemos a pequeños que no pueden vivir sin su oso o muñeca preferida.

Él o ella se convierten en su confidente y crean un vínculo afectivo con el mismo, lo cual no es negativo, pero recordemos que nuestra presencia como padres debe ser fundamental.

De cualquier manera, los juguetes con los que debemos interactuar, sobre todo en sus primeros años son los muñecos, animales y peluches.

Si buscamos un juguete que contribuya a que el niño demuestre sus afectos, debemos elegir aquel que tenga un buen tamaño, armonía de colores, sea durable y suave al tacto, así como poder vestirlo y desvestirlo. Como ejemplo tenemos: osos, peluches, muñecas de trapo, etc. En cambio, lograremos el efecto contrario si elegimos un juguete fácilmente rompible, con colores demasiado fuertes, desproporcionado de tamaño, sin vestidos y una postura rígida.