No es falso decir que algunos niños  son más inteligentes que otras. Tampoco es falso decir que un factor determinante es el genético. Sin embargo, esto no lo es todo. El entorno puede ser a veces fundamental para sacar a flote todas las capacidades intelectuales del niño.

El medio ambiente influye y mucho. En eso han coincidido diversos especialistas en la materia, que refieren que si bien la predisposición genética cuenta, el entorno es vital para que un niño superdotado destaque en el campo intelectual.

Si un niño superdotado crece en un ambiente donde se le estimula, se promueven sus habilidades naturales, se respetan sus intereses y se valora su talento, es casi seguro que resaltará desde pequeño de entre los demás niños. Así pues, como vemos, el rol de la familia es determinante.

Niños con talento

Los hijos inteligentes no afloran por sí solos. Es necesario estimularlos. De esta manera, afirmamos que todos los niños nacen con un talento, pero cabe la posibilidad de que éste nunca se manifiesta si su ambiente no contribuye a potenciarlo.

Ahora bien, ¿qué entendemos por un niño superdotado? Un niño superdotado es aquel con habilidades académicas superiores a las de sus demás compañeros y son, en verdad, excepcionales, sumando un 2% del total de niños en el mundo. 

Sin embargo, no debemos dejar de lado a los niños con talento en el plano académico y que no necesariamente son superdotados. Estos representan al 10% de la población estudiantil y son aquellos que suelen destacar en casi todas las materias.

Un estudio muy común para determinar si un niño es superdotado o no suele ser el examen de coeficiente intelectual. Si el menor obtiene una puntuación igual o mayor a 130, podría tratarse de un superdotado. No obstante, hoy en día, este factor no es el único a tomar en cuenta para ser clasificado de esta manera. También cuenta la motivación, rasgos de la personalidad y la creatividad.

Cuanto más temprano se determinen las capacidades intelectuales del menor, será mucho mejor, sin embargo, no es tarea fácil.

Que un niño camine antes de tiempo o hable demasiado no es garantía de que será más inteligente. Cada niño establece sus propios tiempos para lograr sus pequeñas metas, y esto no significa de ninguna manera que sea más o menos listo, por el contrario, es normal.

¿Cómo detectar los talentos del niño? No es sencillo, pero se trata principalmente de observarlos cuidadosamente y detectar esas señales que nos indiquen su gusto por la música, las ciencias… etc

Niños con talento

Los padres pueden analizar dichas señales de una forma muy genérica, pero pueden también confundir talentos con ciertas habilidades. Es por ello que lo recomendable es acudir a un psicólogo para que realice un diagnóstico eficaz.

De los 0 a 4 años, sólo se puede evaluar el desarrollo psicomotor. Si lo que se busca es un análisis certero del potencial del menor, se deberá esperar hasta los cinco años.

El psicólogo dará un resultado basándose en una serie de factores y conductas permanentes. Así, es común que hagan preguntas como la edad en que el niño empezó a caminar o ir al baño.

La capacidad de memoria, la capacidad de retener información y agilidad mental son algunas de las características sustanciales que pueden ayudar a descubrir a un pequeño talento, sin embargo, será sólo la suma de varias cualidades lo que haga de un niño, superdotado.

Otro punto clave para diferenciar a un niño superdotado de uno normal, es tener claro que la precocidad no es sinónimo de una inteligencia extra.

Hacemos esta aclaración pues es común que los padres sobredimensionen la realidad y se obsesionen con la idea de tener un hijo superdotado, y luego terminan decepcionándose al comprobar que no es así.

Esto es lamentable, pues muchos padres ansían tener un hijo superdotado o con talentos especiales para ser aceptados más fácilmente en la sociedad, sin valorar realmente las virtudes de los niños.

Por lo tanto, el primer paso a seguir para determinar la capacidad intelectual del niño es hacerles una prueba psicológica. De salir positiva, se recomienda seguir tratando al niño con naturalidad y no exigirle más. Contribuir a su integración con niños de su edad y mejorar su potencial a través de actividades educativas especiales. Lo más importante es no descuidar la parte afectiva.

Asimismo, hay que insistir en el importante rol que tienen las escuelas, que no deben descuidar a los niños superdotados por creer que aprenden más rápido. Muchos niños que se saben superdotados consideran que no necesitan ayuda para aprender más rápido. Nada más alejado de la realidad. Ellos merecen una especial atención.

Una buena forma es plantearle retos que pueda superar, llenarlos de interrogantes que fomenten su capacidad de razonar. Los cines, museos y teatros son lugares donde podemos llevar a los pequeños y además de pasar un buen rato con ellos, permitirle al niño descubrir y explorar. Sólo no olvidemos que estas actividades deben realizarse con el aval del niño. Cuando éste empieza a sentirse cansado y harto, es importante parar.

En conclusión, sean o no sean muy inteligentes, todos los niños merecen amor, buena educación y paciencia. No nos cansemos de estimular sus capacidades. Todos llevan consigo una curiosidad innata que merece ser explotada y que muchas veces, durante la época escolar, reprimen por timidez o por no ser socialmente aceptado. Como padres, estamos en la obligación de fomentar esta curiosidad y hacer que no se pierda con el pasar de los años.