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Barbie y tu

Barbie y tu

Yo tenía 8 años y cuando me preguntaban que quería ser de grande, mi respuesta absoluta era siempre la misma: una Barbie. Cabellera rubia, figura espigada, sonrisa de “muñeca” y por si fuera poco, una vida llena de comodidades, autos lujosos, casitas de ensueños, y todo lo que pincela una estadía armoniosa y feliz en nuestro pequeño pero fascinante “Parque de Diversiones”, llamado tierra.

 

 

 

 

Barbie nace el 9 de marzo de 1959, producto de la visión de una madre americana empresaria, Ruth Handler que al ver el interés de su hija Bárbara por jugar con muñecas con características adultas decide crear una muñeca apasionada por la moda, capaz de trasmitir feminidad y una frivolidad cautivante.

 

Cuando yo era niña, la princesa con vestido color rosa de ensueño era mí preferida, pero cada navidad yo soñaba con tener, otra Barbie más. Recuerdo que mi entrañable amiga Evelyn y yo nos sentábamos en el balcón de su casa y nos impregnábamos de magia e ilusión junto a nuestras barbies.

 

Entre las dos teníamos diez barbies: la gimnasta, la modelo, la profesora, la fotógrafa, la veterinaria, la doctora, la dentista, la princesa, la bailarina y la cantante. Todas tenían una belleza que nos encandilaban. Nuestras cándidas pupilas se enamoraban de ellas y en nuestras balbuceantes conversaciones de niñas les dábamos voz y vida a nuestras amigas, porque así las considerábamos.

 

Barbie, con cuarenta años encima, continúa siendo la soltera mas codiciada por niñas y no tan niñas. Nosotras nos emocionábamos con sus amores, Ken y un desconocido que prefiero no recordar se encuentran en la lista de los afortunados. Ken es el eterno enamorado de Barbie, así que es difícil, hasta doloroso verla con otro hombre del brazo, sabrán disculpar que prefiera saltearme tan incomodo y espinoso tema.

 

Quizás, en un futuro mas próximo que lejano, yo pueda volverme a  sentar en algún balcón de mi ciudad, de mi país y compartir con mi hija Azul (la que un día sueño tener) la indescriptible emoción de convertir a Barbie en su amiga, en esa compañera dulce y extremadamente bella, que no habla, que no opina, pero que tiene la innata capacidad de regalarte instantes de felicidad.