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El aprendizaje lúdico es un método que busca que los estudiantes aprendan la lección utilizando el juego. Ello no significa jugar por jugar, sino todo lo contrario. El alumno desarrolla actividades profundas y necesarias que deben ser aprendidas, pero disfrazadas positivamente a través de su componente lúdico Los juegos aceleran el aprendizaje y mejoran la capacidad de retención. Hay 5 factores que hacen que los juegos sean la manera perfecta para aprender y que desarrollamos a continuación:

1. Diversión Cuando algo nos interesa, y es vital que a los niños les interese algo para aprenderlo, recordamos todos los datos, fechas, métodos y demás información sin ningún esfuerzo, y lo recordamos todo durante varias semanas, meses o incluso años después de haberlo aprendido. En cambio, hay algunas cosas que simplemente olvidamos después de 15 minutos de haberlas escuchado.

La respuesta está en que, aunque nuestro cerebro es una computadora poderosa, debe ahorrar recursos y para eso filtra las cosas que le son importantes de las que no, para así poder dedicarle atención a aquellas que la requieren. De esta manera, aquellas cosas que a nosotros nos parecen aburridas, el cerebro las descarta al poco tiempo.

La diversión de un juego hará que el cerebro del niño considere la actividad como “importante” y entonces le dedicará más atención, que es el principal factor para el aprendizaje.


2. Retroalimentación inmediata
Nuestro cerebro requiere de retroalimentación para poder catalogar una acción como correcta o incorrecta. Es decir, nuestro cerebro necesita equivocarse para saber en qué dirección corregir. Si el cerebro no tiene la retroalimentación inmediata, entonces no podrá recalibrar sus esfuerzos, y no habrá aprendizaje.

La misma estructura intrínseca del juego tiene incluida la retroalimentación inmediata: hay acciones que acercan a la victoria, y otras que la alejan, de forma que el infante tiene que aprender las acciones que lo hacen ganar y evitar las que lo hacen perder.

3. Práctica consciente
Como sabemos, la práctica hace al maestro, pero no cualquier tipo de práctica. Es la práctica consciente, en la que se ejecuta la acción y se corrige aquello que no es satisfactorio y se repite lo que sí lo es, la que hace al verdadero maestro.

Los juegos hacen que el niño tenga que repetir y repetir, equivocarse y corregir, una y otra vez sus acciones para poder ganar, y lo hace de manera que para él no sea aburrido, sino que sea un reto al que disfrutan enfrentarse.

4. Recompensas
Parte importante del proceso de aprendizaje es la validación de los esfuerzos y de las acciones correctas en forma de recompensas. Cuando hacemos  algo, y obtenemos reconocimiento por ello, nos sentimos bien, e intentamos repetir aquello que lo ha provocado.

Los juegos presentan recompensas todo el tiempo, de manera que al jugar, el joven alumno está reforzando las acciones correctas, y además está motivado para seguir jugando, y por lo tanto, aprendiendo.

5. Inmersión
Otro factor importantísimo para el aprendizaje es el ambiente en el que se desarrolla. En el ambiente incorrecto es imposible, pero en el correcto, se da de forma natural y acelerada.

El mejor ambiente para aprender es aquel en el que se necesita utilizar la habilidad o conocimiento con la mayor frecuencia posible, y sobre todo, en el que tiene un sentido de propósito. Por eso es que las personas aprenden mejor cualquier idioma viviendo en un país donde se hable.

Los juegos crean justo el ambiente perfecto para el aprendizaje: requieren que se utilice la habilidad que con tanta frecuencia es posible, y además se le da un sentido de propósito al uso de la misma: Ganar.

Conclusión
Los juegos son, sin discusión, el mejor vehículo para el aprendizaje de nuestros hijos: por propiciar el ambiente donde se necesita usar el aprendizaje, por retroalimentar constantemente las acciones del jugador, por mostrar indicadores de progreso, por mantener la motivación del jugador por su diversión, ¡e incluso volverse una adicción! Una vez que el niño (y nosotros mismos) aprendemos jugando, nos damos cuenta de que no hay mejor manera de aprender, ni mejor manera de afianzar los conocimientos y habilidades.

   

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