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En el cerebro del bebé se desarrollan cerca de cien mil millones de células cerebrales, durante la sexta semana y el quinto mes de embarazo. Algunas células están conectadas al nacer, sin embargo la mayoría no. El mayor número de conexiones se origina entre el instante del nacimiento y los dos años de vida.

Cerebro bebé

Pensamiento del bebé

El bebé debe recurrir a todos sus sentidos, su intelecto y cuerpo para crear conexiones neuronales, que le ayudarán a comprender la causa y el efecto de las cosas. Un ejemplo concreto lo observamos cuando el niño coge un juguete, viéndolo y recordando que le agrada, a la vez que realiza acciones como estirarse para poder alcanzarlo y seguidamente, cogerlo.

La estimulación ayuda a que las habilidades mentales del niño vayan en aumento. Los padres juegan un papel importante en este aspecto, especialmente cuando el cerebro va creciendo inesperadamente, durante el primer y tercer año. Las conexiones cerebrales se fortalecen de acuerdo a las diferentes experiencias, inclusive repetitivas, que posee un niño.

El desarrollo del cerebro

Según las investigaciones, existen etapas en las que algunas partes del cerebro, pueden incluir información nueva, con mayor habilidad que otros. Estos instantes son nombrados como “oportunidades existentes”, siendo consideradas como una forma de “puertas”, las cuales se abren en los primeros años de vida y después se cierran totalmente.

Durante los primeros 3 a 4 meses de vida, se presentan las conexiones cerebrales, las cuales también permiten desarrollar el sentido de la vista. Si no se llegara a presentar esta situación en el tiempo estimado, lo más seguro es que se pierda para siempre, trayendo como consecuencia que el niño no desarrolle el sentido de la vista.

Algunas de esta denominadas “puertas” llegan a permanecer abiertas durante más tiempo. Se considera que el aprendizaje resulta ser más fácil en ciertos periodos, sin embargo, el crecimiento y desarrollo del cerebro demanda entre unos 15 a 20 años.

El aprendizaje del niño es constante, mientras va creciendo, aunque los primeros cinco años son considerados como un tiempo ideal y óptimo para adquirir el lenguaje.

Hay que tener en cuenta, que cada acción realizada contribuye a que el pequeño asimile nuevas formas de comunicarse y expresarse. Por ello, la estimulación debe ser permanente. Es así que mientras le hablamos, jugamos, cantamos y lo alimentamos, estamos enriqueciendo su cerebro con el lenguaje.

Es importante brindarles todo tipo de experiencias, porque ello ayuda a la estimulación de su cerebro, especialmente si se trata de bebés que han nacido prematuramente o presentan algún tipo de incapacidad.

Estimulando el cerebro

Durante los primeros cuatro años de vida, se crean las conexiones cerebrales las cuales controlan el movimiento. Asimismo, se desarrollan con más facilidad destrezas motrices esenciales como sentarse, voltearse, gatear, caminar, alcanzar, correr y trepar.

El aprendizaje mejora con algunos de los movimientos de los niños. Los dos hemisferios o lados del cerebro trabajan, mientras los pequeños gatean, juegan o bailan.

Los mensajes y conexiones que se envían al cerebro, ocurren cuando el bebé oye, ve, toca, huele o prueba algo. Si el niño tiene variadas experiencias de juego, hará posible que se produzcan mayores conexiones cerebrales. De esta manera, cuando se presenta algo nuevo o sorpresivo, llega a captar la atención de los niños.

Otro punto de mayor importancia, es el vínculo que existe entre el sentido del tacto y el desarrollo cerebral del bebé. Es primordial que reciban afecto, a través de las caricias o cuando son tomados en brazos, ya que cada oportunidad que son tocados con suavidad, se transmite un mensaje al cerebro, produciéndose un enlace entre las células cerebrales.

El contacto físico

Es recomendable, proporcionar un tiempo ideal para acariciar y dar cariño al bebé. Establecer un diálogo mientras le toca los brazos, la espalda, las piernas, el abdomen, los dedos y los pies. Conversar con ellos, explicarles las acciones que se realizan, todo ello contribuye a que asimilen y aprendan.

Establecer un fuerte lazo entre los padres e hijos, resulta de vital importancia, es ideal darles mayor tiempo, para que ellos sientan el afecto y una conexión incomparable. Hay que estar pendiente de lo que le gusta al bebé y tener en cuenta que cada bebé es diferente.

Algunos niños son más sensibles al tacto, por eso reaccionan de mejor manera cuando son envueltos en una manta o siendo mecidos. Por otro lado, hay niños que requieren que se les trate y toque con suavidad, así como también existen pequeños que reaccionan mejor si se les toca a través de juegos más fuertes. Es cuestión de observar qué hace sentir bien o incomoda a tu bebé.

El contacto físico ayuda a que los niños sientan seguridad y tranquilidad, es así que podrán continuar su crecimiento y aprendizaje.

   

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