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Jugar al aire libre ayuda a desarrollar las capacidades físicas de los niños, por ello es recomendable estimularlos en esta práctica, dentro de los límites requeridos. Además, gracias a esta actitud, logramos estimular sus habilidades sociales, generando nuevas oportunidades de aprendizaje.

Juegos exterior

Juegos al aire libre

Los niños encuentran un sin número de oportunidades para poder observar, explorar y experimentar, cuando están en el exterior. Es recomendable: calzarles unas buenas zapatillas, ropa ligera y cómoda, e indicarles que deben protegerse del sol y agua.

La actividad y rutina diaria hace que la vida corra a un ritmo inimaginable y ello influye de manera negativa en la cantidad de ejercicio o en las veces que los niños tienen contacto con la naturaleza. Actividades como estudiar, leer, ver televisión, jugar con los videojuegos y ordenadores, han llegado a reemplazar a instantes en que los niños puedan practicar deportes, y por ende llevar una vida más activa.

Es imprescindible que los niños jueguen al aire libre

Jugar en el exterior y permanecer en contacto con la naturaleza resulta ser muy beneficioso para los niños. A continuación algunas razones importantes:

-Mejoran la confianza en sí mismos: debido a que desarrollan sus capacidades físicas y sienten motivación por los avances que presentan sus habilidades. Es fundamental, que los padres ayuden a vencer los miedos e inseguridades.

-Mejoran su confianza en sus relaciones con otros niños: los niños sienten que tienen mayor autoestima, cuando observan que tienen una actitud positiva gracias a los progresos en sus capacidades. Ello les ayuda en sus juegos cuando se presentan situaciones de conflicto.

-Aprenden habilidades sociales: los niños también aprenden a compartir, relacionarse con otras personas, saber esperar su turno, así como a desarrollar buenas maneras en el juego. Serán capaces de prestar juguetes, preparar un juego, negociar cómo van a jugar e inclusive cambian el tono de su voz al momento de la preparación.

-Fomentan sus habilidades de liderazgo y de cooperación: Jugar en el exterior les brinda la oportunidad de jugar con otros niños de su edad e interactuar con los demás. Al establecer sus reglas necesitan dirigir, negociar y ceder con los otros niños imponiendo sus preferencias.

-Hacen ejercicio físico: los niños corren, saltan, suben a los columpios, se esconden, tienen una vitalidad envidiable. Es preferible llevarlos a un espacio abierto, para darles la oportunidad de practicar un juego activo.

-Estimulan su imaginación y creatividad: los juegos son ilimitados, les encanta imaginar situaciones inverosímiles, es mejor dejarlos a que ellos mismos creen e inventen con total libertad, de esta manera también tienen una oportunidad para aprender.

Los juegos y juguetes cambian con la edad

En el caso de los bebés, el grado de confianza y seguridad se va construyendo con el contacto que establecen con sus padres. Es así que un niño emite sonidos, mira fijamente, sonríe o gatea para trepar por las piernas de papá o mamá. Al ver que el adulto responde a las señales de juego, le ayuda a tener más confianza para entender que él puede hacer que las cosas sucedan y desarrolle sus habilidades sociales.

La interacción con el bebé permite que se entretenga y se sienta feliz. Por ello, no hay que dejar de cantarle, hacerle cosquillas, morderle los dedos de los pies, los cuales son juegos que ayudan a estimularlos y a relacionarse. Cuando salgan al parque, es aconsejable que lleven sus juguetes musicales y algunos que les estimule, como colocar diversas texturas para que las pise y observar las reacciones.

Cuando tienen 2 años, comienzan a sentirse más independientes a la hora de juego. Es normal a esta edad, no hay que preocuparse pensando que el niño no es sociable. Es recomendable asegurarse que los niños tengan juguetes similares para que no peleen por ellos, así aseguraremos que se sientan más tranquilos sin preocuparse en que les quiten los suyos.

Hay que fomentar 30 minutos de ejercicio moderado diario. Recuerden que sus periodos de atención son cortos, por lo cual hay que jugar con ellos realizando tareas que ocupen su cerebro, poniéndolos en ejercicio.

Batear al béisbol, jugar con un balón o jugar a los bolos son posibilidades entretenidas. Los juegos de imitación de movimientos: saltar por turnos, andar de puntillas, saltar en un pie, ponerse en cuclillas, bailar y esperar quieto o seguir bailando. Asimismo, la imitación de animales resulta ser buena, como imitar los sonidos y movimientos, es el caso del galope de los caballos, los saltos de las ranas o carrera de perros.

A partir de los 4 a 6 años, los niños se encuentran fascinados por todo los que les rodea como ver las flores, pájaros o animales. Algunas investigaciones concluyen que el juego libre y no estructurado, brinda oportunidad al cerebro para integrar y expandir lo aprendido en otras actividades más estructuradas.

Se puede organizar un juego de la búsqueda del tesoro, una carrera con billetes de dinero, los cuales habría que llevar soplando por el suelo, o volar una cometa. Todos ellos consiguen una grata experiencia en juegos al aire libre.

A partir de los 6 años, existen nuevas posibilidades de juego, combinando el aprendizaje y las actividades variadas. Se puede aprovechar en realizar viajes o excursiones, lo cual les permitirá conocer otros lugares, aprender de otras culturas, arte o costumbres. Salir a practicar deportes como tenis, natación o simplemente salir al parque a jugar. Inclusive en casa se puede habilitar un espacio que conservaremos con una zona de juegos, donde los niños pueden construir o crear.

No olvidemos fomentar el aprendizaje y el juego al aire libre, porque ello representa una gran oportunidad para los hijos. Los provee de desarrollo, crecimiento social y emocional, los cuales influirá positivamente en su vida futura.

   

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